Antes de que el abrigo de los hombres apareciera en muchas formas, los hombres solían cubrirse con simples sábanas de telas más o menos gruesas. Los griegos hablaban de clamidia y los romanos de togas.
Más tarde, los romanos se adornaron con una capa: una prenda que perdurará en el tiempo. Es solo en el siglo XV que la capa se vuelve más democrática y se acerca a las que conocemos hoy.
El pelaje representa un caparazón y juega un papel importante en su imagen. Por supuesto que te protege del mal tiempo, pero también, inconscientemente, del mundo exterior.
No es raro encontrar mantos muy finos, que ya no se utilizan realmente para la protección, pero que ofrecen presencia.
Pero sea cual sea tu elección, evita las fibras sintéticas que no respiran (excepto las fibras técnicas realmente destinadas a este fin).
Prefiere fibras naturales como piel, lana, mohair, cachemira (o camel, sí, es en serio). Vas a llevar mucho tiempo tu abrigo, así que no descuides esta compra.